Elogio de la aflicción
encogida en el alma
hueca de tanto sonámbulo
líquido en la escarcha.
Quizás sea el calor
que carcome las heridas
en el silencio infinito
de los años y la incomprensión.
Me visito a mí mismo
como turista en un país extraño
donde me vuelvo hostil
entre un desierto de muchedumbres
a la espera de que de un grito
que reviente los barrotes de sal
y transite por amplias vías
autopistas diáfanas hacia futuros perfectos,
pero no, no era ese el camino que elegí
y me siendo solo junto a la vía
a la espera que alguien me recoja, me tienda,
me doble cual camisa
y me lleve en su maleta.