Pues ahí ando yo, aprovechándo que el Barranco Santos pasa por La Laguna, dedicándome a la reflexión emocional en estos periodos de exámenes. Realmente cada día estoy más seguro que podría clasificarme como un masoquista emocional. Y disculpen que no siga ahondando, porque también rehuyo del texto empalagoso debido a mis profundas dificultades de expresión directa, que me llevan a un alejamiento de mi mismo en el discurso o, en su caso, a ejercicios de puro surrealismo.
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