Y sigo desierto, en cierto lugar
mirándote la cara,
cómo se transfigura
en la cicatriz,
en cierto perfil sin número
el vacío entre la distancia
la mano no alcanza, el brazo no cubre
y nadie dijo a dónde llevaría el pasillo aquel.
La habitación da vueltas si se ve desde arriba, ladeado
camino y surgen nuevos señuelos, virtudes, esperanzas,
callándose suplico el viento, agua que la simiente riega
bajan mi espalda y la humedad, el frescor, fragancia que camino
en días de lluvia. Suenan los fuertes más débiles, idiotizados de tanto seguir
y la montaña no vino a Mahoma, se quedó quieta... ¡Fuerte gandula!
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