(escrito en una servilleta de papel el 15 de junio de 2011)
El papel aguanta más que el silencio,
silencio que no sostiene más que montañas vacías
en las que la hierba no crece,
sólo se oye un lamento que apenas susurra,
un quejido sordo suspendido en el aire
levitando con la cabeza bajo el sol.
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