Dolor, angustia,
crucificado como una espada atravesando la mente,
el cielo a su paso maltrata, jubiloso,
cada despertar, soledad,
gritos que rebotan en las paredes sin ser jamás escuchados,
incomprensión y desazón,
la sal que esculpe los más terroríficos seres,
ingenuos, que en lo que fue lodo, petrificado por el sol,
ya todo movimiento es imposible, sólido,
ahogado entre el propio oxígeno que nos hace vivir.
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