Llévame, llévame,
llévame al borde del abismo de mis contradiciones,
lluévame, llúevame
y lléname de tu agua, quiero decir, lluéveme
y licua mis pensamientos con tu lluvia
yo, líquido disuelto en tu agua,
elemento vital,
que en torrente, escorrentía, jauría de peces,
nos deslizaremos,
se deslizará
pendiente abajo por carreteras y barrancos
hasta desembocar el mar,
mar ajeno,
hasta perderse en ese mar,
desaparecer,
imbricarse,
perecer
en la inmensidad,
pasar al olvido en esta humanidad,
que el agujero negro nos trague,
caigamos a ese abismo
que el big crunch nos someta,
pero antes, antes,
antes de la gran caída,
del armagedón final que condene al ser humano
a no tener una segunda oportunidad sobre el universo,
y condene al universo
a no tener una segunda oportunidad sobre cada ser humano,
antes de todo eso,
llévame,
llévame y seamos los seres vivos que destruyamos el mal
da igual que el destino de toda persona, toda civilización, sea su final,
pero cada paso ha de estar destinado al durante,
en fin, a la libertad,
a la fraternidad,
a la igualdad,
a la humanidad,
pero llévame,
por donde ya lo dilucidará la hecatombe,
el terremoto,
la pista de tierra en el que expuestas
en grandes vallas publicitarias
estaban todas mis contradicciones como dedo acusador,
y aún ante tal enemistado paisaje
llévame que quiero recorrerlo si me llevas.
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