I
Silencio, llévame contigo,
pero no dejes de hablar jamás.
II
No mantenía su hecatombe en la cabeza,
sino en la barriga, blanda, vulnerable, siempre
que habló, pero nunca fue oída
en hielo de oreja a oreja, ojos crisálidas
líquido bebido viscoso, sin condimento.
III
El problema fue que no caminé directo hacia ti,
sino en diferido.
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