El coleóptero rugoso anima en mi ansiedad
en frío ánimo descenciendo en su espada
cortante como el frío del vacío, borde del precipio
helado vértigo en el piso limpio y fregado con lejía.
Sentenció un juez meditando, letra a letra,
su puñal en vocabularios de lámparas,
yendo luego a dormir, preso de la duda,
en sus tropiezos, trenzas del pelo, sencillamente
¿a dónde irá el miedo?
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