Compuestas en la madrugada del 1 de enero de 2017
I
Remontados en dos
ditirámbicos, insomnes, precoces
manifiestan en dos
atesorando entre espectros sin vida
visibilizando su oblicua presencia
no saben dónde anidar
apresando cualquier situación
no saben donde encontrar
cuál es la esencia vital,
y dónde anidar
entre espectros sin vida
(antes citados)
que no saben dónde encontrarse
a sí mismos
después de buscar por siglos y milenios
su esencia más pura
que al final sólo
era un constructo ideológico
ideológico,
ideológico
y etílico.
Nadie sabe dónde buscar
cuál era la importancia
de ese discurso
en el que nadie sabía dónde encontrarse
tras buscarse a sí mismo
y con qué pensar
si siguiendo la dinámica
por alguien dictada
de lo que debe ser la experiencia humana
y lo que es lógico o no.
¿Hacia dónde dir?
¿Hacia dónde dir?
¿Y hacia dónde buscar?
Porque jamás,
aunque lo disfracemos,
se va a encontrar,
andará el ser humano
siempre encerrado en sí mismo,
andará el ser humano
siempre cayendo al abismo,
al abismo de la muerte
en la utopía de encontrar
algún punto de referencia en donde aferrarse.
II
Los sucesos que nunca viví
están escritos en miles de libros, canciones y películas.
Los sucesos que nunca viví
son los que quiero alguna vez llegar.
Los sucesos siempre dictados
de lo que se supone que debe ser la experiencia humana.
Los sucesos
que se esconden en un claroscuro difuminado.
Los sucesos que jamás llegaré a alcanzar.
Los sucesos
que no se ni siquiera si realmente quiero alcanzar.
Los sucesos
¿qué son eso?
Los sucesos
¿qué son eso?
Los sucesos
quiero comer un queso
... de cabra.
Los sucesos.
III
Coplas etílicas
maldita búsqueda de si mismo.
Coplas etílicas
maldita búsqueda de si mismo.
Coplas etílicas
maldita búsqueda de mi mismo.
Coplas etílicas
que al final serán sólo un espejismo.
A veces pienso que voy buscándome a mí
a un ser profundo y oculto,
pero sólo, al final, voy buscando mi dibujo,
una caricatura creada por una sociedad que no logro entender,
no logro vislumbrar en su completa complejidad
en su integridad.
Miles de seres vivientes y murientes
van interrelacionándose entre sí
y soy sólo un objeto, nunca un sujeto, protagonista de este sinvivir.
Coplas etílicas
que al fin uno no sabe qué buscar.
Coplas etílicas
que al fin uno no sabe dónde llegar.
Hay utopías inalcanzables
que uno busca en deseos realizables,
entre rimas facilonas
que al final se vuelen
algo simplonas.
Pero al final hay algún sucedáneo
que jamás llegará a ser,
que nunca será,
pero lo lejano se va esparciendo
y al final nada quedará
sólo un velo tenue en el recuerdo,
sólo un velo tenue cada vez más lejano,
y ese velo se vuelve muro
y jamás se podrá traspasar.
Hay imposibilidades manifiestas
que uno piensa que se podrán traspasar,
Hay puertas blindadas
y al final busco otros caminos,
pero cada camino lleva al precipicio
o cada camino ni siquiera existe,
es sólo una invención
un constructo social,
un constructo imaginario
entre un pedregal.
El camino nunca existió
y uno va trazando una experiencia vital errante
que no sabe a dónde llevará.
IV
Cuando sueñe el desconcierto,
cuando,
cuando suene el desconcierto de año nuevo
y la Marcha Radetzky empiece a tronar
uno empieza a pensar que es otro ciclo sin cesar,
más de lo mismo,
la Marcha Radetzky empieza a martillar y acariciar la mente
y empieza a humillar
anegado, ahogado en un ciclo sin final.
Si algo aprendimos de El Rey León,
aparte de su ideología tremendamente fascista,
es que estamos encerrados,
atrapados,
amarrados,
apresados
en un ciclo sin fin,
en un ciclo sin fin,
en un ciclo sin fin.
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