viernes, octubre 08, 2010

Conversa


Ahul, señor del gato por corbata
las lluvias no siguieron el curso de la historia? ¿O simplemente durmieron la siesta cual rosal amaestrado?
Nadie quiso comprender por qué la frase jamás llegó a culminar su papel, su papel de interrogar más y más por qué faltaba papel en el cuarto e`baño.
Y mirando al mar soñé que estaba mirando al mar, y del mar salía una rata. La rata no durmió, como yo, que soñé cuando estaba mirando al mar, de tanto tedio, la mar siempre igual, la misma (por mucho que Heráclito diga lo contrario)... no, la rata andaba bien despierta, vivita y coleando tras una larga travesía. La rata me dijo - ¡Hola

"Días de lluvia" o "Rostros sin sed".

Y sigo desierto, en cierto lugar
mirándote la cara,
cómo se transfigura
en la cicatriz,
en cierto perfil sin número
el vacío entre la distancia
la mano no alcanza, el brazo no cubre
y nadie dijo a dónde llevaría el pasillo aquel.

La habitación da vueltas si se ve desde arriba, ladeado
camino y surgen nuevos señuelos, virtudes, esperanzas,
callándose suplico el viento, agua que la simiente riega
bajan mi espalda y la humedad, el frescor, fragancia que camino
en días de lluvia. Suenan los fuertes más débiles, idiotizados de tanto seguir
y la montaña no vino a Mahoma, se quedó quieta... ¡Fuerte gandula!

domingo, enero 10, 2010

La muerte del infinito

El infinito se angustia ante tanto vacío.

Nadie lo avisó del riesgo que suponía ser infinito, ver todo,
porque el hambre se devora a sí misma
y sigue reclamando más,
porque la herida de bala nunca cicatrizó
en un aire polvoriento y lleno del humo
que escupían los escorpiones de oro.

El infinito no pudo soportarlo
y decidió acabar con su propia vida.

Desde entonces el espacio se redujo
y aparecieron cuatro paredes que limitaban el espacio.